-¡Vamos corre, que no
llegamos a clase!
-Si son las nueve menos
cuarto, tarde ya es Clara.
Clara coge del brazo a su
mejor amiga Bianca, arrastrándola por los pasillos de su instituto, corriendo
aunque estaba prohibido. Llegaban tarde a su primera clase por el mismo motivo
que el resto de los días: se quedaban dormidas. Lo peor no era la regañina del
profesor, sino que ya llevaban llegando tarde unos días, y podían llamar a sus
padres.
Cuando llegaron a la puerta
estaban agotadas, y se tomaron unos segundos para respirar, hasta que oyeron
como alguien abría la puerta, haciendo que ellas recobraran la postura. Era su
profesor de matemáticas, malhumorado como todas las mañanas.
-¿Qué son estas horas de
llegar?
-Se me estropeo el coche-dijo
Clara rápidamente, a ver si conseguía librarse del castigo.
Bianca se quedó callada,
Clara le había quitado su escusa y no se le ocurría otra cosa para encubrirse.
El profesor espero que la rubia dijese su escusa, pero ella no dijo nada y el perdió
la paciencia, así que la castigo en la hora del recreo.
-Te quedaras castigada en esta
aula hoy tú y Alex.
Bianca se quedó de piedra
ante ese nombre, justamente le tocaba quedarse con la persona que más odiaba.
Clara la hizo salir del trance a su amiga y se dirigieron a sus asientos, Clara
feliz ya que se libró del castigo, y Bianca malhumorada y diciéndole
barbaridades a su amiga.
-Me traicionaste-dijo Bianca
sentándose en el asiento cerca de la ventana.
-O vamos, si te vas a quedar
con el chico más bueno de la clase.-decía Clara mientras se sentaba en el
asiento vacío que estaba al lado de su amiga
Bianca la mando una mirada
asesina a su amiga, y luego dirigió su mirada a los asientos de detrás suyo,
observando a Alex. Él estaba hablando con su amigo Miguel, riéndose muy
escandalosamente. Cuando el chico moreno se dio cuenta de que Bianca le mirada,
desvió su mirada de su amigo a la rubia, encontrándose son los ojos azules de
ella.
-¿Qué pasa Bianca? Si querías
quedar conmigo podías habérmelo pedido.-Dijo Alex volviendo a reírse
escandalosamente, Bianca aparto su mirada y le enseño el dedo corazón al chico,
haciendo que la clase que estuvo atento ante la discusión de los dos se riese.
-Ya basta chicos, sacad los ejercicios,
vamos a corregir.-dijo el profesor entrando a la clase, mientras los alumnos se
quejaban en alto.
Las clases pasaron muy lentas
para los alumnos, pero gracias a Dios llego la hora del recreo, y todos estaban
felices por salir de esas clases, excepto Bianca y Alex, que se quedaron en sus
asientos malhumorados, quejándose de no haberse levantado antes.
-No me dejes aquí-decía
Bianca implorando a su amiga que la salvase de quedarse con el moreno.- ¿Y si
me viola mientras no estás?
Clara solo pudo reír ante esa
ocurrencia y se marchó por la puerta, pensando en lo divertido que se lo
pasaran los dos solos. Pero ante este último pensamiento solo consiguió que le
doliese ligeramente el pecho.
-¿Estas bien?-dijo un chico
rozando el hombro a la castaña.
Ella levanto la mirada y se
encontró con unos ojos marones, los de Miguel, que la miraban con una cara de
preocupación.
-Yo siempre-dijo ocultando el
malestar bajo una sonrisa falsa, aunque él no la creyó, pero tampoco iba a
preguntarla.
-Venga vamos a la cafetería,
que te invito a un croissant.
-No hace falta que me
invites-dijo ella.
-Si quiero invitarte, lo
hare.
Y ante esto se fueron los dos
directos a la cafetería, charlando animadamente, sin saber que pasara entre sus
amigos dentro de ese aula.